EL NOVIO APASIONADO


 El libro de Cantar de los Cantares, también conocido como el Cantar de Salomón, es uno de los libros poéticos más hermosos de la Biblia, escrito por Salomón. Retrata el amor entre el novio y la novia, simbolizando la profunda relación entre Cristo y Su Iglesia. Además de ser una expresión sublime del amor humano, Cantar de los Cantares también tiene un significado profético y espiritual que nos invita a reflexionar más profundamente sobre nuestra relación con Dios.

"¡Que me bese con los besos de su boca! ¡Más dulce es tu amor que el vino!"
(Cantar de los Cantares 1:2, NVI)

El amor descrito en Cantar de los Cantares se compara con el vino, un símbolo de celebración y gozo. Sin embargo, Salomón nos lleva más allá de esta comparación terrenal, señalando un amor que es esencialmente superior y más satisfactorio. Este amor refleja la esencia del primer y más grande mandamiento que Jesús menciona en Mateo 22:37-38:
"Jesús le respondió: ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.’ Este es el primero y más importante de los mandamientos."
(Mateo 22:37-38, NVI)

Este amor debe ser el fundamento de toda nuestra vida, la base sobre la cual construimos nuestra fe y nuestras acciones. Debemos pedir continuamente al Señor que derrame este amor divino sobre nosotros, capacitándonos para amarlo con todo nuestro ser, preparándonos para Su venida y fortaleciendo nuestro caminar espiritual.

En el contexto de Cantar de los Cantares, el "beso" puede entenderse como el toque transformador de la Palabra de Dios en nuestras vidas. En Deuteronomio 8:3, se enfatiza la importancia de vivir no solo de alimento físico, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios. Este concepto es referido por los rabinos como "El Beso de la Torá" o "El Beso de la Ley", una metáfora que indica la intimidad y la profunda conexión que debemos tener con la Palabra de Dios.
"Te humilló, te hizo pasar hambre y luego te alimentó con maná, que ni tú ni tus antepasados habían conocido, para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor."
(Deuteronomio 8:3, NVI)

La novia en Cantar de los Cantares, representando a la Iglesia, intercede para ser besada, es decir, para ser tocada por la Palabra de Dios. Es a través de este "beso" que somos limpiados y transformados por la revelación divina. La Palabra de Dios es el fundamento de nuestra fe y el punto de partida para una vida que agrada al Señor. No podemos ser solo una generación de activistas, enfocados en las obras; debemos ser aquellos que buscan la revelación de Dios.

La revelación de quién es Dios nos lleva a un nivel más profundo de intimidad con Cristo. Este es el problema con la novia activista: a menudo, se conforma con el simple toque de las bendiciones, pero es la revelación la que realmente nos lleva a crecer y madurar espiritualmente. No estamos rechazando las bendiciones de Dios, pero debemos entender que hay algo más poderoso: Dios mismo, que se revela a través de Su Palabra.

"Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a hacer las primeras obras. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro."
(Apocalipsis 2:4-5, NVI)

La iglesia de Éfeso, descrita en Apocalipsis 2, es alabada por su perseverancia y arduo trabajo, pero Jesús identifica un problema profundo: la pérdida del primer amor. Esta es una advertencia para todos nosotros. El primer amor es la pasión y devoción que tenemos por Jesús al comienzo de nuestro caminar con Él, y que con el tiempo puede ser reemplazado por activismo vacío. Las obras y los ministerios son importantes, pero nunca deben reemplazar el amor por Jesús como el enfoque central de nuestra fe.

Dios desea que nuestro ministerio sea una expresión de nuestro amor por Él, no un intento de reemplazar ese amor. Si nuestro amor por Cristo no se renueva, corremos el riesgo de perder la bendición y la unción que se nos ha dado.

"Mi amado metió su mano por la abertura de la puerta; me estremecí por él. Me levanté para abrirle a mi amado; mis manos destilaban mirra, mis dedos mirra fragante sobre la manija del cerrojo."
(Cantar de los Cantares 5:4-5, NVI)

La novia, movida por un profundo amor, es sacada de su zona de confort y, como las vírgenes prudentes, busca diligentemente al novio. Hay una unción especial sobre la nación brasileña, marcada por una intensa pasión y lágrimas que expresan este profundo anhelo por la presencia de Dios. Esta generación, como la novia, anhela día tras día la presencia del Señor, sintiendo el anhelo por aquel que la ama.

Cuando el amado está ausente, la novia no encuentra descanso, y su corazón permanece inquieto. Esta pasión, este hambre por la presencia de Dios, es algo que trasciende el mero deseo; es una necesidad vital. Como la novia en Cantar de los Cantares 5:8, quien dice:
"Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, que si encuentran a mi amado, le digan que estoy enferma de amor."
(Cantar de los Cantares 5:8, NVI)

Esta búsqueda implacable es lo que mueve a la novia, lo que la sostiene y la mantiene firme, esperando el momento de encontrarse nuevamente con su amado. Que podamos aprender del ejemplo de la novia en Cantar de los Cantares, manteniendo nuestro amor por Dios siempre ardiente y vivo, y que nunca permitamos que nada ocupe el lugar de ese primer amor en nuestros corazones.

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